INDIO SOLARI- JUNIN 2011
El show estaba anunciado en todos los medios, redes sociales y el boca en boca desde hacía meses. El “imprevisto” sucedido durante el recital de La Renga en el cual un joven murió a causa de una bengala provocó que el Indio cambiara el día del recital y a su vez pidió que no se utilizara pirotecnia. Como todo devoto ricotero sabrá la bengala es más que una pirotecnia, es un ritual en un momento determinado “Juguetes perdidos”, sin embargo a la hora de poner en la balanza el disfrute de esa magia esperada por meses y una satisfacción ritual de 4 minutos concluyo que la voz del Indio se hizo escuchar. Este fenómeno cada vez crece más. La misa comienza desde el momento en que se anuncia el show. Decenas de micros en organización constante llevan y traen miles de pasajeros. Desde el largo y el ancho del país hay movimiento hacia dos horas de satisfacción artística, sonora y visual, pero claro, el fenómeno es mucho más místico. El indio Solari, un icono, mito y rito argentino es capaz de unir a todo un país en donde lo único que importa es el motivo de la convocatoria, su manifestación. Gente acampando en cualquier recoveco disponible, horas de poco sueño, kilómetros recorridos de más, asados entre desconocidos, charlas sin sentido y cantos que alegran el alma y erizan la piel. Todo eso y más es lo que produce el Indio en cada show. Un ritual puramente simbólico, identificatorio y libre de prejuicios. La fila de puestos de comida parecía no tener fin (como así también los precios), el día soleado ayudo enormemente a los acampantes. Junín se convirtió ese día en un desfiladero de remeras gastadas, que mostraban en su hilacha los pogos saltados. Esto es… simbolismo. No importan especificaciones técnicas de ningún tipo. Cualquier persona devota puede afirmar lo increíble del acontecimiento y sin embargo el sonido no estuvo bien. No discuto la capacidad artística de sus músicos que realmente se lució pero desde las torres de sonido ubicadas en la mitad del predio primaba la batería y la viola, el resto del show venia del escenario y el viento no le jugó una buena pasada a Carlos que pidió disculpas porque el viento le secaba la garganta. ¡No importa!... gracias por esta magia. ¿100.000 espectadores? Eso dicen los medios. Un poco más, un poco menos, no hace la diferencia (sinceramente no los conté). Cuatro controles desde la entrada hasta el corte de tickets. Cuadras y cuadras para poder acercarse al escenario. Gente desparramada por todos lados, cantos y agite.
Ya a eso de las 22:00 se apagaron las luces y se encendieron las gigantes pantallas del escenario con imágenes de fuego y una música con inclinaciones indias. Bien se podía escuchar la ovación del publico que concluyó en “Todos a los botes” a los gritos y saltos, este tema pertenece a su último disco “El perfume de la tempestad”, siguió con “El tábano en la oreja”; “Ceremonia durante la tormenta” (del mismo disco); “Porco Rex” hasta que le llego el turno al primer tema ricotero de la noche “Yo caníbal”. Claro está que todo espectador aspira a que mientras más temas de los redondos mejor. Es un asunto pendiente de cada uno de nosotros y de todo aquel que nunca vio a Los Redonditos en vivo (Sólo te pido que se vuelvan a juntar). ¿Cómo describir la expresión del publico en ese momento y en ese tema? (Dejo lugar a la imaginación). Y ahora a remontarla con la euforia que es cada vez mayor y “La hija del fletero” sonando, seguido de “Mariposa Pontiac” enganchado con “Rock del país” y así continuo la lista de temas: “Pabellón séptimo”; “Tarea Fina”; “ Vuelo a Sidney”; “ Murga de la virgencita”; “Martinis y tafiroles”; “Vino Mariani”; “Torito es muerto”; “ Nadie es perfecto / Ñam Fri frufi fali fru”; “To Beef or not to beef”; “Black Russian”; “¿Porqué será que Dios no me quiere?”; “Lobo Caído”; “Cruz Diablo”; “El tesoro de los inocentes”; “ Vamos las bandas”; “Maldición, va a ser un día hermoso” y por supuesto los infaltables… un “Juguetes perdidos” sin bengalas, “Fligth 956” y claro está (y el momento mas esperado de la noche), aquel tema del que nadie hace oídos sordos, aquella respuesta a ¡YO ESTUVE EN EL POGO MÁS GRANDE DEL UNIVERSO” pero por si no lo sabés te lo cuento… el tema final de la noche, con el que cierra cada ritual… “jijiji”.
Sobre el show no se puede decir más. Se prendieron las luces y ahora si a caminar sin sentido siguiendo a la multitud, lo que sea para poder salir del predio. Pasos cortos en masa parecen no avanzar nunca. La salida esta difusa, cada uno se mete por donde puede. El objetivo: salir. Sí, logre salir pero no por la puerta grande. Para no perder la costumbre salí saltando alambrados. Y sí, eso es peligroso y ya hay rastros de la historia que lo confirman. Así que me atrevo a enviar un mensaje para los organizadores: preocúpense más por la salida que por la entrada porque al final les van a salir más caro los alambrados y los potenciales incidentes que un par de organizados más. No es lo mismo 100.000 personas entrando dispersas que 100.000 personas saliendo juntas. ¿o me equivoco?